
En estas fechas tan señaladas del mes de la navidad, es inevitable pensar en todas aquellas que se enmarcan en estas fiestas. Por supuesto, siempre se han realizado producciones en torno a la Natividad. Temática inherente a la cristiandad.

Actualmente, la navidad que conocemos, ha desarrollado su celebración litúrgica a un amplio espectro comercial. Sí, todos sabemos que el capitalismo tiende a fagotizar creencias y culturas, y el cine, por supuesto, también hizo lo propio.
De la tradición a la capitalización
Cuando hablamos de navidad y cine, es inevitable remontarnos a los orígenes del séptimo arte. Así pues, debemos desplazarnos geográficamente a París, en donde se proyectaría por primera vez ‘La vida y Pasión de Jesucristo’, 1898.
Film mudo en donde la navidad es representada, junto con los demás pasajes de la vida de Cristo, de forma condensada y teatral. Una dinámica que continuaría en el mediometraje ‘Vida y pasión de Jesucristo’, 1903, desarrollando con mejor escenografía y medios el tableau vivant compositivo de la época.

Ante todo, la navidad es abordada desde el sentido religioso y su impronta a lo largo de la historia. Es decir, la conmemoración de la natividad o nacimiento del Señor, siendo este cine primigenio una mera representación del acontecimiento en sí.
Con el paso del tiempo, y la inevitable capitalización de la festividad de la navidad, esta se insertó en la dinámica económica vigente. Una celebración, que si bien en principio, tenía por objetivo celebrar el día del representante de la cristiandad ahora tenía un fin puramente comercial.
Una inevitable asociación de la navidad a la sociedad de consumo y al materialismo pujante que se asoció al denominado ‘espíritu navideño’. Abstracción hasta cierto punto peliaguda, dado que pretendía aunar lo mejor de la celebración cristiana junto con el consumismo imperante.

Para conseguir que la navidad tuviese una elevada tasa de popularización, la industria dio con el paradigma literario perfecto: ‘Cuento de Navidad’, de Charles Dickens. Aunque sus primeras adaptaciones cinematográficas se remontan a inicios del siglo XX, el contexto de los años 30 fue el idóneo para ello.
La navidad era más necesaria que nunca. En todo el mundo se había vivido la Gran Depresión derivada del Crack del 29, y los efectos aún seguían vigentes. El iniciar producciones de este tipo, se buscaba dos objetivos fundamentales: entretenimiento de evasión e incentivar el consumo.
‘Scrooge’, de Henry Edwards, 1935, fue la primera adaptación sonora del cuento de Dickens en Reino Unido. Tres años después se hizo una nueva con el título de la obra de Dickens, dirigida por Edwin L. Marin en Estados Unidos. E incluso en los 70 tuvo su versión musical de Ronald Neame.

No obstante, el film por antonomasia sobre la navidad, aunque no trate sobre esta en sí, es sin duda alguna ‘Qué bello es vivir’, de Frank Capra, 1946. Cuyo guión de Robert Riskin se bastaba en el cuento ‘El mayor regalo’, de Philip Van Doren Stern que a su vez adaptaba libremente el de Dickens.
Si bien es cierto que como film de navidad su resultado de taquilla fue bastante baja, llegando a considerársela un fracaso. Con los años se ha ganado el estatus de clásico y es habitual verla pasar por televisión en estas festividades.
La navidad como marco narrativo fílmico
Por supuesto, la capitalización de la navidad en el medio cinematográfico ha proseguido su curso de manera inexorable desde entonces. Si bien es cierto, que con un más que contado intento de abogar por el ‘espíritu navideño’.
Una conceptualización de la navidad que ha tendido a insertarse en el cine familiar, con la idea de tener un acceso al público mayoritario. Siguiendo la tradición del film de Capra encontraríamos ‘La mujer del obispo’, de Henry Koster, 1947, o ‘De ilusión también se vive’, de George Seaton, 1947.

En Europa tampoco pasó desapercibida la producción de películas de navidad, o que ya tendían a ubicarse en un contexto navideño. Sin lugar a dudas, el mayor ejemplo lo encontraríamos en ‘Plácido’, de Luis García Berlanga, 1961. Que, aprovechándose de la festividad, hace un contundente y ácido retrato satírico del contexto histórico-cultural que se estaba viviendo en la España franquista.
Esto empezó a tener una deriva en la que la navidad pasaba a ejercer de contexto para la historia o trasfondo, en contraste con la trama. ‘El apartamento’, de Wilder, 1960, es un magnífico ejemplo de ello, así como retrato de época. Pero no menos loable es ‘Blast of silence’, de Baron, 1961, un indie noir ambientado en la festividad.

La navidad en el sentido cinematográfico buscaba, ante todo, ser utilizada como ambiente o marco de la narración. Bien para generar situaciones disparatadas, o como contrapunto dramático para diversos géneros.
De aquí inevitablemente, emergerán comedias en torno a la navidad como ‘Historias de navidad’, de Clark, 1983, o ‘Los fantasmas atacan al jefe’, de Donner. Serían antesala de los taquillazos de los 90 dentro del cine familiar como ‘Solo en casa’, de Columbus, 1990, o ‘Un padre en apuros’, de Levant, 1996.
La navidad no solo aprovechó el filón de la comedia como género para llegar al gran público, también hubo otros ejemplos arriesgados. Tenemos el insólito caso de ‘Gremlins’, de Joe Dante, 1984, comedia familiar navideña… y de terror. O el taquillazo que lanzó la carrera de Bruce Willis, ‘Jungla de Cristal’, de Joe McTiernan 1988.

En el cine contemporáneo la navidad sirve de trasfondo para establecer propuestas cuanto más insólitas y fuera de lo común. ‘Eyes Wide Shut’, de Kubrick, 1999, nos lleva a una intriga erótica de sectas en el ambiente navideño. Mientras que ‘Promesas del este’, de Cronenberg, 2005, resulta una intimista y cruenta historia sobre la mafia rusa en estas efemérides.

0 respuestas en "Cómo la navidad cambió la industria cinematográfica"