
El cine desde sus orígenes ha estado ligado a la música, de lo contrario no se habría descrito como un medio audiovisual. El cine mudo siempre estuvo acompañado de un pianista que componía una pieza musical para aderezar los momentos cómicos y dramáticos de la película.
De esta forma, se conseguía influir intrínsecamente en el espectador. Con la introducción del sonoro a partir de la década de los 30, se hizo aún más proclive la tendencia de recurrir a la música. El género musical, fue el que más explotó estas posibilidades en todos los sentidos.

No obstante, no todo vale a la hora de acompañar una narración visual con música. De hecho, el empleo de la música en cine, o incluso el de una BSO puede incluso resultar un obstáculo más que una ayuda. Y hoy comprobaremos cuáles son los procesos pertinentes al respecto para saber cuándo emplear música o no en cine.
Afinando el oído para el montaje: La sesión musical
Nuevamente volveremos a recurrir a la obra capital de Michael Rabiger, ‘Dirección cinematográfica: técnica y estética’, 2008. En su capítulo 42, se adentra implícitamente en el trabajo con música en cine, para ello se recurre antes a la denominada sesión musical.
La sesión musical es el proceso correspondiente al visionado del montaje y a la decisión de qué partes de la película han de llevar música. Es un proceso verdaderamente importante, dado que quizás, el proyecto fue concebido con una música específica, que finalmente se descarta por desmerecer el conjunto.

Es una actividad para que como cineastas, afinéis el oído y también seáis consecuentes si de verdad la película necesita estrictamente música. Aún con ello, cuidado, porque habrá que tener en debida cuenta una serie de consideraciones a la hora de recurrir a la música.
Opciones musicales para cine
Rabiger indica las tres principales a tener en consieración:
- Derechos: tener en cuenta que emplear ‘Gimme Shelter’ de The Rolling Stones en ‘Uno de los nuestros’ (1990) e ‘Infiltrados’ (2006), no le salió precisamente barato a Scorsese. Cuando vayáis a recurrir a un tema, recordad que hay que pagar unos derechos o royalties.
- Librerías musicales: muchas de ellas ofrecen música libre de derechos, o bajo licencias Creative Commons, lo cual requiere de pagar una cuota. Esto habitualmente es por el uso de las mismas en base a la cantidad precisa que se emplee.
- Compositor: es la opción siempre más viable para evitar complicaciones. En el caso de no poder permitiros uno, echaros un amigo músico que os quiera hacer el favor.
La relación estrecha con un músico, puede ser una fructífera colaboración que dote de esencia autoral al conjunto fílmico. Si no que se lo digan a los hermanos Coen con su inseparable relación con el compositor, Carter Burwell, o a Steven Spielberg con John Williams.

A las malas, siempre podéis probar a experimentar por vosotros mismos con un teclado. No es broma, os sorprendería los resultados que podéis obtener, y más si el proyecto tiene un halo experimental.
Ejemplos de los usos de la música en cine
Tenemos el caso de Tarantino, que habitualmente recurre a música de derechos de canciones conocidas. A ello habría que añadir que Tarantino hace en contadas ocasiones un uso de la música diegética para llevarla a un plano extradiegético. Es una forma ingeniosa de conectar con el universo narrativo del film y ambientarlo.

En otros casos, puede introducir a un personaje o dotarlo de mayor vigor en sus apariciones. Esto sucede con Darth Vader en ‘La Guerra de las Galaxias’ (1977) con el tema ‘La marcha imperial’, de Williams.

También, yéndonos a ejemplos más independientes, puede usarse para expresar el estado de ánimo de nuestro protagonista. Así lo hace Andrew Dickson con unos acordes de violín y de arpa en ‘Indefenso’ (1993), de Mike Leigh, para reflejar al autodestructivo Johnny Fletcher.

La música puede ser un recurso para generar tensión o suspense. Un excelente ejemplo reciente de ello, es la BSO de Zimmer en ‘Origen’ (2010), de Nolan.

A veces, también puede resultar efectivo jugar a la contra del género con una pieza musical que no concuerde. El mejor ejemplo de esto lo hallamos en ‘2001: una odisea en el espacio’ (1968), de Kubrick, con el empleo del vals de Johann Strauss.
O sencillamente, constituir una pieza recurrente a lo largo del film que recuerde el tema de la misma. Tanto en ‘Sangre fácil’ (1984) como en ‘Fargo’ (1996), Carter Burwell hace esto a través de la BSO.

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