El género que revolucionó Hollywood: Gángsters y Mafia

En su documental, ‘La historia del cine: Una odisea’ (2011), el crítico cinematográfico Mark Cousins habla de las principales innovaciones técnicas y estilísticas que posibilitaron la evolución del cine tal y como lo conocemos. Esto incluye, por supuesto, a los géneros cinematográficos.

Así como lo fuera la introducción del sonido por primera vez con ‘El cantante de Jazz’, de Alan Crosland (1927), dando pie a una revolución sin precedentes como no se había visto hasta entonces. Ello posibilitó toda una serie de quehaceres cinematográficos que hoy siguen teniendo su importancia, ya no solo referidos al empleo de la música, sino a las prácticamente e ilimitadas posibilidades de los efectos sonoros en la narración audiovisual.

Sin lugar a dudas la época de la Ley Seca (1920-1933) en Estados Unidos, favoreció el que se hiciera un cine de escapismo en torno a aquellos violentos años, aquellos famosos contrabandistas de alcohol, siendo muchos de ellos ensalzados por la prensa y los medios, y otros que procedieron a organizarse en bandas según su procedencia y su etnia. Eran los denominados mobsters o gángsters y dieron lugar a los orígenes del cine negro con films como ‘Hampa Dorada’, de Melvyn LeRoy (1931), ‘El enemigo público’, de William A. Wellman (1931) o ‘Scarface, el terror del hampa’, de Howard Hawks (1932),

No obstante, este cine negro de la época del sistema de estudios hollywoodense, pasará a metamorfosearse en uno más específico, que incluirá a su vez también otras texturas propias de otros géneros, dando por ende un nuevo género cinematográfico que volverá a revolucionar Hollywood, y que hará que no vuelva a ser el de siempre: el cine sobre la Cosa Nostra Americana o Mafia Americana.

Finales de los 30 y años 40: La década de los precedentes.

El estreno de ‘El Irlandés’, de Martin Scorsese (2019), ha vuelto a traer consigo este género que ha sido emulado y llevado a la gran pantalla por diferentes directores, con mayor y peor acierto, habiéndose convertido Scorsese en una autoridad en la materia como refleja una buena parte de su filmografía en la que proyecta este género.

Él mismo hace una mención importante a esta etapa en la que se empezaron a producir películas que correspondían con los cimientos del cine negro, en su documental, ‘Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano’ (1995):

“Solo hay acción si solo hay peligro. Esto fue dicho por Howard Hawks, el cual era una autoridad en el wéstern y en las películas de gángsters. Estar vivo o morir, este es nuestro más grande drama.”

Martin Scorsese

Los protagonistas de estos films se intentaron ajustar al arquetipo del bad-good boy que ya mencionamos en un artículo anterior como uno de los prototipos del antihéroe cinematográfico. Este arquetipo es un producto de la Ley Seca y de la Gran Depresión, que optará por vías más accesibles y rápidas de conseguir dinero; el gángster de esta época, es por tanto, un individuo que se halla plenamente disconforme con el sistema.

Dos de las películas que mejor denotan este aspecto son ‘Ángeles con caras sucias’, de Michael Curtiz (1938) y ‘Los violentos años 20’, de Raoul Walsh (1939). En el primer caso vemos el caso de dos amigos de infancia que, tras cometer un robo, uno termina por acabar en prisión, cargando con la culpa y acaba siendo un gángster, mientras que el otro se hace cura. En el segundo caso, estamos ante tres compañeros de un regimiento del Ejército que al terminar la guerra deciden involucrarse en el contrabando del alcohol.

Si bien es cierto que en los años 40 se siguieron produciendo películas de este tipo, el género de gángsters fue superpuesto por el del cine negro, que como Scorsese también menciona en el documental:

“El cine negro ponía de manifiesto la oscura intimidad de la vida urbana americana. Sus habitantes eran detectives privados, policías corruptos, criminales de guante blanco, mujeres fatales.”

Martin Scorsese

Aún con ello, nos damos de bruces con un film que conserva esa esencia gansteril como lo es ‘Cayo Largo’, de John Huston (1948), en donde Edward G. Robinson parece retomar su papel de ‘Hampa Dorada’ (1931), pero en una situación de pez fuera de agua y que lleva a cabo un cruce con el cine negro de la época, dando lugar a una historia fresca, distinta y que se mueve entre las características de ambos, en lo que podemos denominar una ‘antesala del thriller’.

Años 50: La dominación del cine negro

La iluminación expresionista que aportaron los cineastas europeos que se vieron obligados a exiliarse a Norteamérica tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se trasladaron satisfactoriamente al género negro, por lo que se produjeron muchas películas que además indagaban el malestar que un creciente enemigo iba a instalarse en la mentalidad del pueblo norteamericano: el temor al comunismo.

Y es que el cine negro es también un reflejo del estado de psicosis que se produjo con el inicio de la Guerra Fría (1947-1991), y lo que supuso más tarde la gestación del Comité de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy. Otros dos ejemplos a destacar de este período cuanto más dispares, de un exiliado, y de uno de ascendencia europea, son: ‘Los sobornados’, de Fritz Lang (1953), en donde aun siendo su protagonista otro antecedente de antihéroe policíaco, los antagonistas pertenecen a una banda del hampa.

El otro caso es el de ‘Con faldas y a lo loco’, de Billy Wilder (1959), una deliciosa comedia musical que también mantiene el fondo de los años 20 con la consecuente organización gansteril presente como antagonista, en el personaje de Botines, interpretado por George Raft, quien fuera coprotagonista del ‘Scarface’ de Hawks.

60s y 70s: Eclosión, revelación y revolución

Los directores siguieron ingeniándoselas aún con el álgido conservadurismo que tocó su techo en la década de los 60, para seguir desarrollando películas que van a explorar otras temáticas, ligadas a los convulsos cambios que comenzarán a producirse a lo largo de esta década.

El irrefrenable estallido contracultural y lo que supondrán temáticas sociales antes no abordadas, así como una línea de producción de películas que retratan los horrores de la posguerra, el nazismo y otros dramas que intentan concienciar sobre la evolución de la sociedad norteamericana en la integración de la comunidad afroamericana.

El cine histórico marcará una tónica importante a lo largo de esta época, con toda su parafernalia épica de grandes presupuestos y cientos de extras. No obstante, también habrá hueco para que iconoclastas como Samuel Fuller realicen películas de género como ‘Bajos fondos’ (1961).

Sin embargo, no será hasta el estreno de ‘El Padrino’, de Francis Ford Coppola (1972) cuando ya podamos hablar de cine de mafia americana en el estricto sentido de la palabra, y que además marca un antes y un después en la producción de estas películas. ‘El Padrino’ ya no es solo importante en todo el apartado técnico-estético-artístico, sino que supone la traslación del concepto de ‘ópera’ a la gran pantalla.

Ya no hay resquicio alguno del contrabando de alcohol, ni estereotipos que valgan, Vito Corleone aparece con una forma abrumadora representando un antihéroe tragicómico, en donde todos y cada uno de los personajes presentan evidentes contradicciones, pasiones, deseos y debilidades. Aún siendo repudiables moralmente por pertenecer al mundo al que pertenecen, no por ello son menos humanos.

Es puro Shakespeare trasladado a otra época, reformulando la puesta en escena, así como la imagen, el sonido y todos los factores para crear una película sólida, madura y desprovista de artificios y de limitaciones debido a la caída del código de censura. Aquella década, y los años posteriores, demostrarían como resultó ser uno de los géneros cinematográficos más respetados y de difícil consecución, hasta el punto de que son solo unos pocos los que de verdad podemos considerar maestros del mismo y preservadores de una tradición, y de una libertad artística, como no volveremos a apreciar en mucho tiempo.

03/02/2020

2 respuestas en "El género que revolucionó Hollywood: Gángsters y Mafia"

  1. Me llamó mucho la atención del escrito, pero carece de referencias para poder tomarlo en cuenta en la investigación académica que hago.
    Me gustaría que pudiera hablar más a fondo del tema.

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