
El happy ending habitualmente está asociado al cine clásico, a aquellas screwball comedies del período de los 30-60. Fue un final fabricado y confeccionado por Hollywood con el fin de levantar el ánimo del público durante la Gran Depresión.
Si bien es cierto, que el happy ending en el cine mudo también se dio, especialmente en los films de Charlie Chaplin. Actualmente queda más relegado al cine de superhéroes, de aventuras, o a las comedias románticas, herederas de la screwball, o las cintas de cine familiar.

Muchos estudiantes de cine desprecian el happy ending, consideran que es un final propio de películas comerciales. Se alega en contadas ocasiones, que una película para ser considerada una obra maestra, no puede tener un final feliz. Intentaremos ampliar las miras de aquellos que realizan, de forma bastante gratuita y categórica, este tipo de afirmaciones.
Querer y necesidad: el conflicto del protagonista
Todo protagonista en cualquier película que se precie tiene este conflicto. Y la labor del happy ending, es consumar en la medida de lo posible esta consecución de forma positiva.
Para ser más explícitos, el protagonista se debate siempre entre algo que quiere y algo que necesita. El happy ending resuelve de forma satisfactoria estos dos elementos en el protagonista, produciendo que su anagnórisis dé como resultado un cambio positivo en él.

El querer está estrechamente relacionado con el deseo, y que tiene que ver con el objetivo particular que tiene el protagonista en la trama. Mientras que la necesidad responde a dos necesidades, según establece Truby en ‘Anatomía del guión’, 2007:
- Necesidad psicológica: la que está relacionada con el carácter o personalidad del protagonista y que debe mejorar en él.
- Necesidad moral: tiene que ver con la actitud que desprende de su proceder y actuar, y viene derivada de la anterior.

El personaje principal que tiende a protagonizar estas películas con happy ending, suele ser un personaje sin arco; no es cambiante. Pero que no sea cambiante dentro del contexto de la trama, no significa que no sea atractivo o carismático, e imperfecto.
Es más, tiende ser el vertebrador de un cúmulo de acciones concatenadas, que influyen directamente en el universo narrativo al que pertenece. Y son las consecuencias de estas acciones, las que llevan a una transformación de ese universo y que llevan irremediablemente al happy ending.
Happy ending: cinco ejemplos a tener en cuenta
Con la intención de diseccionar con mayor profundidad la constitución del happy ending, hemos optado por mostrar exponer estos ejemplos. Hay una variedad cronológica entre cada una de ellas, con la idea de ver una progresión de este tipo de finales a lo largo de la historia del cine.

1º) ‘Un día en las carreras’, de Sam Wood, 1937: el final de la clásica cinta-musical, protagonizada por los Hermanos Marx, es todo un gran ejemplo de happy ending en el contexto del Hollywood clásico.
Los personajes obtienen lo que necesitan y lo que quieren, aún con su más que manida representación arquetípica. Como colofón, acaba con un número sin igual tras finalizar la carrera que cierra el film.

2º) ‘Mary Poppins’, de Robert Stevenson, 1964: las producciones de Disney son bien conocidas por resultar un cine familiar muy accesible, con estupendos ejemplos de happy ending. La adaptación de la novela de P.L. Travers no fue una excepción.
Se trataba de uno de los proyectos más ambiciosos del estudio. Icónica es su imagen de Julie Andrews surcando el cielo con la BSO de los hermanos Sherman. Un gran ejemplo de heroína que adquiere lo que necesita y consigue lo que necesita: ayudar a sus protegidos, transformando su entorno familiar para bien.

3º) ‘Regreso al futuro’, de Robert Zemeckis, 1984: considerada por muchos el ejemplo perfecto de happy ending. El guión de Zemeckis y Bob Gale, aunaba una trama juvenil, haciendo una retrospectiva con la década de los 50.
Martin McFly, no evoluciona, pero sí consigue su deseo: que su padre enamore a su madre en el pasado. Y su necesidad de ser músico se ve satisfecha, además de cambiar el entorno familiar para bien.

4º) ‘Whiplash’, de Damien Chazelle, 2014: no todos los happy ending tienen que derivar del cine familiar, juvenil o clásico. Hay también portentosos dramas como el dirigido por Chazelle, que pone al límite a su protagonista, un joven y ambicioso baterista.
A pesar de la sádica influencia que ejerce su mentor sobre él, terminará sobreponiéndose a ello. Ambos obtendrán lo que los dos necesitan y quieren: el protagonista ser reconocido, y el otro un discípulo digno de su altura.

5º) ‘Klaus’, de Sergio Pablos, 2019: la animación siempre ha favorecido, cuando no se ha tratado de animación para adultos, la expresión del happy ending. El cuento navideño que el paisano, Pablos, nos ofrece, aún con una más que marcada madurez, está presente; no exento de cierta melancolía.
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