La estética del amor en la película El Perfume de Tom Tykwer

La estética y su psicología en la película El Perfume.

A lo largo de la Historia del Arte se ha debatido mucho sobre el papel que juega el amor dentro de cualquier obra. ¿Se trata del punto central de toda creación?, ¿es la base misteriosa para la construcción de una estética firme y duradera por los siglos?, ¿por qué suscita tanta incertidumbre, miedo, alegría y dolor? Aquí hablaremos de una obra en concreto, “El perfume: Historia de un asesino” de Patrick Süskind publicada en 1985, y su producción para la gran pantalla en la cual el color, los perfumes, el amor y la muerte, son tan reales como un viento frío en invierno. En esta película la estética representa una base sólida para la expresión de la naturaleza misma del amor.

 

Arte clásico, Renacimiento y Romanticismo.

Si echamos un vistazo rápido desde los comienzos con el arte egipcio hasta nuestros días, el amor ha sido siempre el nexo de unión de toda historia con la vida y su representación artística siguiente. La mitología, fuerza primaria para la creación de cualquier obra poética, se disfrazaba con los trajes de la pasión, el amor y la muerte. Claro es el ejemplo de los cultos y ritos funerarios a los faraones y a su camino hacia un nuevo despertar en la otra vida.

Dando un paso más allá, con el arte griego y su colección de mitos se nos muestra todo esto de manera mucho más claraCon la unión de las historias y el amor como en el caso de “Apolo y Dafne”, “Orfeo y Eurídice” y “Narciso”, entre otros.

Con el “nuevo despertar” en el Renacimiento, unido al sentir de los clásicos, se concibe la idea del hombre como punto central de todas las cosas. Todo debe estar al servicio del hombre, aparecen concepciones físicas novedosas y se manifiesta la visión antropocéntrica del mundo . El hombre se presenta bajo una posición firme y clara, acentuada además con la belleza heroica. Así se comienza a diseñar una Historia del Arte en la que el artista pasa a ser creadorEl artista comienza poco a poco a indagar en el sentir propio y en su forma de ver el mundo.

El siguiente gran cambio que sufren la concepción del amor, la muerte y la psicología del artista en la Historia del Arte, llega con el Romanticismo y la nueva incursión en la profundidad del sentir propio y del culto a lo clásico. Se retoman entonces los discursos míticos clásicos, el culto a la belleza como una máxima y la continua lucha por la “conquista de los cielos”. Tras una angustia de la razón y su correspondiente culto de hierro a la ciencia, el artista y el hombre, se había extinguido de las concepciones de vida. Como consecuencia nacen en ese momento las teorías sobre lo bueno y lo justo, sobre la estética de lo racional y el papel de los sentimientos en nuestras vidas. Se lleva a cabo una mirada introspectiva bajo la cual la muerte, el amor y la imposibilidad de estar junto a la amada, se convierten en la metáfora perfecta para vivir y devolver la fuerza al hombre. El ideal de “conquista de los cielos”, impuesto por los clásicos, se transforma en un ideal por la amada, donde la muerte, es la única salida ante ese “abuso” de la realidad.

Es en el Romanticismo donde se hace patente la incursión de la estética en la sociedad, dando pautas y desahogo al ser humano y al arte, como dándoles nuevas y “ciegas esperanzas”. La belleza es el fin último de nuestra existencia y el amor es la representación más clara de la misma en la sociedad.

 

“El Perfume”

Con éste panorama nos acercamos a la novela “El perfume: Historia de un asesino” de Patrick Süskind, publicada en 1985. Se trata de una obra en la cual se presenta al protagonista, Jean-Baptiste Grenouille, cuando mata a su madre al ser parido en el mercado de París en 1738. Huérfano de por vida, camina con una losa insalvable a su espalda,buscando sin parar el afecto perdido. Este comienzo es similar al que tuvo el conocido héroe de Cornualles: Tristán, marcado también por una muerte y un llanto, Grenouille camina solo por el mundo, de familia en familia, repudiado en varias ocasiones por su excesiva sensibilidad.

Nos encontramos con un punto de partida apasionante, marcado por la muerte del ser querido por excelencia y por el repudio, consecuencia de un exceso de sensibilidad. Grenouille capta los olores sin esfuerzo, analizándolos y embriagándose en ellos. Es un personaje que se encuentra exiliado del mundo en el que vive. Encontrará su sitio por fin en una perfumería donde encajará gracias a sus dones sensibles. Se asienta en la casa de un perfumista conocido en el país y que se encuentra en declive. Grenouille le ayudará emprendiendo un viaje interior en el que la frustración, el amor perdido y la muerte irremediable serán protagonistas casi por igual.

En el film, la creación de las sensaciones como el olor , el amor y sus naturalezas abstractas son muy patentes. Desde el comienzo se nos muestra la ciudad de París horrenda y fría, para ello se muestran imágenes desagradables acompañadas de los olores propios de una pocilga que casi se pueden sentir a través de la pantalla. Ahí es donde nace Grenouille, allí donde se juntan la vida y la muerte, se desvanece el amor y comienza el viaje y la búsqueda.

Avanzando en la película nos encontramos con una de las escenas que marcará el sentir del film. Greonuille pasea despistado por las calles de París hasta toparse con la perfumería donde se quedará a vivir. El escaparate irradia un intensísimo color naranja. He aquí la representación de los olores y los sentimientos. Ese intenso naranja rojizo será desde entonces muestra de pasión, violencia y entrega.

 

 

Este color será el que acompañe a Grenouille durante el resto de la película, casi como si de un personaje más se tratara, siendo siempre preludio de algún trágico acontecimiento.

Minutos después de la escena en la que aparece el color naranja asociado a las pasiones, Grenouille se encuentra y se enamora súbitamente de una joven que está cortando fruta. Su cabello es rojizo y la de la cesta emana un “nuevo” olor. En realidad ese olor no es nuevo, el protagonista ya lo conoce, aunque no lo había identificado hasta entonces, es el olor de su madre perdida.Encuentra pues su cáliz vital. Lo perdido en los ojos de una mujer, una nueva madre y una nueva oportunidad de sentir amor. Grenouille capta esto y busca a la muchacha hasta que se topa con su espalda y la huele desde atrás. Ella se asusta y, por el miedo a ser descubierto por una pareja que pasa cerca, Grenouille le tapa la boca con tanta fuerza que acaba por asfixiarla.

 

 

En esta escena se nos presenta de nuevo el destino fatal del protagonista. La unión del amor y la muerte que ya ha sido unida varias veces a lo largo de esta historia. La conversión y el análisis está hecho. Grenouille jamás va a ser capaz de separar el amor y la muerte porque ese es su sino. Nunca podrá alcanzar el sentimiento de “conquista celestial”, de autorrealización y de elevación propia del amor y su estética.

Por esto mismo el film se desarrolla entre silencios. Los diálogos son importantes para que las escenas y los personajes puedan avanzar, pero son los colores, la música y los sentimientos, los puntos centrales de esta obra. Se trata de un ensayo sobre el amor y la muerte, un ensayo real y sensitivo, un autentico análisis estético.

La historia prosigue y Grenouille abandona al perfumista para encontrar el “olor” perdido. Su partida está ligada con la muerte pero la visión que nos da el autor y el director de estas pérdidas es esperanzadora, ya que la obra, en sí, trabaja sobre el supuesto de que las vidas compartidas son vidas que te acompañan más allá de la muerte.

Grenouille parte hacia la búsqueda del “olor -amor” o más bien de la búsqueda de su propio “olor-amor”. La obra comienza a estructurarse en torno al viaje de un “héroe”. El protagonista abandona su “status quo” para encontrarse a sí mismo, con la premisa de encontrar el “olor” como materialización del gran aprendizaje que supone la autorrealización. Camina solo durante meses y llega a una pequeña cueva donde transcurre otra escena impresionante.

 

 

En esta escena desaparecen los tonos naranja-rojizos, lo que nos indica que en él no se encuentra ningún ápice de “olor-amor”. Se acentúa la idea de soledad. Grenouille se retuerce y se restriega las manos por su cuerpo buscando cualquier muestra de olor propio. Pero no lo tiene. Ante esa negativa, la obsesión por encontrar su propio yo hace que el personaje se pierda en un camino angosto. Su vida se reduce entonces a la búsqueda incesante de una muestra de amor que le haga sentirse como el resto. La frustración y la falta de autoestima, reflejada como “ausencia de olor”, crea en él una obsesión por la conquista del amor.

Comienza entonces el asesinato en serie de bellas muchachas de las cuales capta su esencia. La belleza, desde los relatos míticos, muestra el deseo y la inocencia. La juventud es concebida como deseo y conquista pero a la vez muestra la fugacidad de la vida como una flor que irremediablemente se marchita. Una vez muertas las muchachas, el protagonista las embadurna con grasa y las tapa para que absorba el olor en esencia de cada una de ellas. Después con una hoz, retira y destila la grasa con el olor y mezclándolo con aceites crea fragancias únicas.

 

Este es el mosaico que se crea desde el comienzo y con la unión de algunos puntos importantes y necesarios para entender la película y sobre todo para entender el viaje del héroe.

 

El Amor y la Muerte

La visión cosmogónica de esta historia se resuelve de una forma singular. A lo largo del visionado de la película se puede predecir un final más o menos lógico, pero el director le da una vuelta más.

Grenouille no es capaz de conquistar el amor porque no sabe amar ya que nadie le ha enseñado. Se trata pues de una imposibilidad romántica con un final bastante claro. Tras ser descubierto como asesino, en su juicio, nuestro protagonista cuenta con un arma fatal: Someter al resto de la humanidad al amor. Con ello, Grenouille siente por un momento que se eleva su ser, por esa unión carnal con otras personas. Llegamos entonces al cenit, en el que la subida es el preludio de la bajada y la posesión de la desposesión.

Como ya he apuntado no se consigue jamás la conquista de los cielos y del amor más allá de la muerte. La entrega del héroe debe ser total. Grenouille lo entiende y cierra el círculo.

La estética visual de estas escenas es la propia de una pintura barroca: fuerte y con claroscuros. No es raro que se utilice esto como representación, una vez más, del amor, la vida y la muerte. La belleza en el barroco es simplemente palpable. Hay una incesante búsqueda de las formas perfectas y bellas, un delirio clásico a través del cual empezamos a vislumbrar pequeñas muestras de nostalgia y frustración. Sin embargo, también es pertinente el trabajo de los claroscuros que al igual que los vemos en Grenouille, son propios de la vida. Se ha creado pues un maravilloso personaje del cual, al culminar el visionado de la obra,nadie podrá decir que no ha amado. Esa es la fuerza que radica en el film y en el tan presente e intenso color naranja.

 

El amor se representa con este color, que viene y va, pero que permanece hasta en las esquinas más alejadas de la ciudad.

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