
En la historia del cine no se ha prestado la importancia que se merece al concepto del plano. Es decir, la unidad mínima y necesaria para la conformación de una grabación audiovisual y cuyo conjunto dan pie a una secuencia.
Muchos cineastas noveles o estudiantes de escuelas de cine, no profundizan en la importancia del plano. O, mejor dicho, solo conocen las diversas tipologías, así como las angulaciones y su funcionalidad en la narrativa audiovisual.

Por ello, en el presente artículo haremos un repaso genérico acerca de la transformación del plano cinematográfico. Iremos desde los orígenes del séptimo arte hasta el asentamiento del mismo como unidad indispensable del lenguaje cinematográfico.
El nacimiento de la «vista»
Nuestra principal obra de referencia será nuevamente, “El plano en el origen del cine”, de Emmanuel Siety, 2004. Comenzaremos irremediablemente por el contexto histórico correspondiente a la creación del cinematógrafo en 1895 por Auguste y Louis Lumiére.

En esta primera etapa de descubrimiento y de exploración de las posibilidades del nuevo artilugio, no podemos hablar de plano como tal. Ante todo, porque los hermanos Lumiére, aún no eran conscientes de la funcionalidad narrativa del aparato.
Por ello, debemos distinguir en este primer momento de invención, o de ensayos que se llevan a cabo con el cinematográfico, como grabaciones o ‘vistas’. Estas consistían en esencia, grabaciones cotidianas del día a día para su posterior exhibición comercial.

Es más, Siety da una definición más teorizada y acertada al respecto:
“La toma de una vista consiste en elegir un motivo (un gato; dos bebés; un desfile militar…) un emplazamiento para la cámara (cercano, alejado, de frente, lateral…) y un momento (y, por lo tanto, una luz, dado que las vistas se graban al aire libre).”
Emmanuel Siety (1970- )
La composición de tableu o «cuadro»
Los primeros directores de los orígenes del cine, no tardaron en pasar de la composición de la vista al del tableu o cuadro. Es decir, el que sería el antecedente del plano cinematográfico, poseía una relación de aspecto de casi 1.33:1.
Esta composición de cuadro, respondía a la necesidad visual de narrar en lienzo, como los pintores, pero con el cinematógrafo. Aunque, Siety advierte y puntualiza lo contrario:
“La estética del «cuadro», cuyo instigador a finales del siglo XIX fue Georges Méliès, no es tanto de la tradición de la pintura como del espectáculo. El término tableau se aplicaba entonces a por lo menos dos clases de espectáculos: los de Châtelet y las escenificaciones con figuras de cera del museo Grèvin.”
Emmanuel Siety (1970- )

Los actos teatrales de este tipo de representaciones de finales de la segunda mitad del XIX, se denominaban “cuadros”. Muchos de los primeros cortometrajes se realizaban en un único cuadro, lo cual requería de una gran coordinación. Esto cambió con el estreno de “Historia de un crimen” (L´Historie d´un crime), 1901, realizada en seis cuadros.
La transición del cuadro al plano
A principios del siglo XX, la designación del cuadro transitó hacia la del plano. Fue un cambio acuciado tanto en lo semántico, como por la concreción de una mejor definición del mismo. De hecho, Siety nuevamente remarca este aspecto, citando a Alain Rey en el diccionario histórico de la lengua francesa, 1998:
“En los terrenos pictórico y teatral, la palabra plano llevaba mucho tiempo designando «cada una de las superficies planas perpendiculares a la dirección de la mirada y que representan las profundidades, los alejamientos en una escena real o figurada en perspectiva», superficies planas entre las cuales se distinguía el «primer plano», el «segundo plano» o también el «último plano».”
Emmanuel Siety (1970- )

Se pone la tónica en cómo se produce una descomposición de la teatralidad que imbuía al protocine originario de inicios del siglo XX. Ya no es un mero espectáculo de variedades, una atracción de feria, sino que se busca una teorización e intelectualización de su lógica interna.
Y es de esta experimentación al cambiar el cuadro por plano, cuando se empiezan a conceptualizar el lenguaje y la mecánica del medio. Hasta el punto de que un cuadro pasará a ser un conjunto de planos, terminado por adoptar el sentido de secuencia.

Con ello, no tardará en cristalizar el vocabulario y la terminología adyacente que hará posible conformar técnicos especializados en el audiovisual. La misma llega hasta nuestros días y resulta de un valor indispensable para comprender el lenguaje cinematográfico y la narrativa audiovisual.
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