
Es una de las principales obsesiones de muchos cineastas, el cómo emplear el color en la fotografía de su película. Aunque equivocadamente muchos consideran que esta labor es única del director de fotografía, no es del todo así.
Mientras que el trabajo del cineasta o director es narrar a través del lenguaje cinematográfico, la del director de foto es hacerlo con la iluminación. Es aquí donde entra en juego el color, que también puede ser empleado de diversas formas.

¿El motivo? Muy sencillo, la escala cromática tiene diversos significados, según el origen de los tonos, y el cómo se emplean en cine. Es esta la denominada psicología del color, y que tiene una importancia fundamental en la narración audiovisual.
Del fotograma en color al technicolor
Antes de empezar, tendríamos que irnos al origen de la introducción del sistema de tres bandas o más conocido como tecnicolor. En la primera y segunda décadas del siglo XX, eran pocas las películas completamente en blanco y negro, sin nada de color.
Los primeros cineastas que lograron reproducirlo en el cine mudo, tiñeron de azul para las secuencias nocturnas, o de amarillo para las de día. Incluso, se llegaron a pintar los fotogramas a mano, como hacía George Méliès en ‘Viaje a la luna’ (1902).

No obstante, la técnica de capturar el color al filmar –en lugar de añadirlo después al filme– no se desarrolló hasta la década de 1920. El cine épico lo demandaba, y el tecnicolor a dos bandas que se empleó en films como ‘Los diez mandamientos’ (1923), de Cecil B. DeMille.
Se trató de una innovación técnica que asombró y cautivó al público de la época. El Technicolor en los 30, consistente en un proceso que emplea un prisma para dividir la luz, cambió la forma de hacer cine para siempre.

Un color, una sensación u emoción
Studio Binder, web especializada en software audiovisual, ha realizado un esquema muy claro y conciso de la psicología del color. A continuación, procederemos a ver toda una serie de ejemplos cinematográficos que exponen esta aplicación teórica a la pantalla.

Ejemplo 1: ‘Scarface’ (Rojo-Poder)

La enorme e imperial entrada a la mansión de Montana es resaltada en el etalonaje por la fotografía de John A. Alonzo. La intención es remarcar el carácter regio del imperio de Tony Montana (Al Pacino).
Aquí por tanto la asociación que se hace del color rojo, es con el poder, aunque este color también es asociable a otras sensaciones como lo son: la pasión, el peligro, la violencia, la ira o el amor…
Ejemplo 2: ‘Magnolia’ (Azul-Calma)

Jon Brion enfoca el azul sobre la ropa y el fondo de la biblioteca en la que está Stanley (Jeremy Blackman), trasladado una idea de calma. Los tonos añiles que se manejan en este fotograma, además aíslan al personaje, que es otra sensación asociada a este color.
Los tonos fríos son en muchas ocasiones increíblemente heterogéneos a la hora de trasladar sentidos e impresiones. Sin embargo, el azul como tal siempre tiende a asociarse con el frío, la melancolía, lo cerebral, la pasividad…
Ejemplo 3: ‘Convicto’ (Amarillo-Vehemencia)

Si bien hemos dicho que el rojo tiende a asociarse a la violencia, en ‘Convicto’, de David Mackenzie (2013), se plantea un paradigma peculiar.
Los amarillos en las paredes de la cárcel plantean a personajes encerrados con su vehemencia, que no es sino un efecto derivado de la locura. Esta sensación tiende a asociarse al amarillo, pero también con la enfermedad, la inseguridad, la obsesión, lo idílico y la envidia.
Ejemplo 4: ‘Se7en’ (Verde-Oscuridad)

Muchos conocen el gusto por los tonos verdes-amarillentos en la cinematografía de los films de David Fincher, en ‘Seven’ (1995) no es una excepción. Y tiene todo el sentido que su director de fotografía, Darius Khondji optase por la técnica del bleach bypass.
Esta técnica da un alto contraste a los negros de la imagen, dando una impresión de oscuridad que apaga la viveza de los colores cálidos. Siendo el dominante el verde, con el que dotar al film de una atmósfera oscura.
Ejemplo 5: ‘Terciopelo azul’, combinación de color: fríos y cálidos (Morado-Erotismo)

También debemos tener presente, que la combinación de los primarios, rojo, amarillo y azul, dan pie a todos los demás secundarios y derivados en tono. Por tanto, en el caso de ‘Terciopelo azul’ (1986), Frederick Elmes, a cargo de la fotografía, opta por una combinación en de rojo y azul para dar una impresión de contraste.
Este contraste tiene, además de estar relacionado con la psicología del personaje, muestra que ambos colores pueden dar pie al morado. Este color tiende a asociarse con el erotismo, pero también con la fantasía, lo místico, lo ilusorio, lo divino y lo etéreo.
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